Un primer amor


Rosalía Amézquita, quien fuera su primera esposa en Chile, lo recordó así: En Santiago de Chile estuvimos siempre pobres, algunas veces muy pobres, pero nunca tanto como para necesitar préstamos de amigos ni para dejar de pagar nuestro gastos. Trabajábamos a buen paso, sin apuro, sin angustias y vivíamos muy contentos.

Su optimismo era contagioso así como su buen humor. Dios proveerá, era nuestro lema y entre tanto que trabajábamos nos iba cayendo el maná del cielo…escribía semi-sentado sobre una chaise-longue o sobre su cama, según la hora, con las rodillas un tanto levantadas y apoyando las cuartillas sobre un tablero liviano que teníamos para el caso. Era costumbre adquirida cuando estuvo enfermo. Escribía muy preocupado y levantando la vista de cuando en cuando… directamente a la máquina solo escribió La Serpiente de Oro. Todo lo demás fue con su Parker vacumatic, como la llamaba, y que conservó desde Lima hasta Estados Unidos.

Con estas palabras podemos darnos cuentas de la vida tan difícil que llevaba Ciro Alegria antes de ser mundialmente conocido, una vida de duro trabajo y pocos lujos; pero siempre a lado de su primer amor, Rosalía Amézquita.

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